Cuarenta y seis voces de Venezuela y el mundo confluyeron en un coro literario que clamó por la armonía global, demostrando el poder de la poesía como instrumento de reflexión y esperanza.
Bajo el auspicio de la Asociación de Escritores
Monaguenses (ASOESMO), la décima edición de su Concurso Poético se consolidó
como un hito cultural sin precedentes. Bajo la convocatoria del Día
Internacional de la Paz, el evento logró una participación récord de 46 poetas
que, desde Venezuela, Argentina, Colombia, Perú y Estados Unidos, alzaron su
voz para tejer un mosaico de versos donde la paz fue la absoluta protagonista.
El certamen, que tradicionalmente reúne a la comunidad literaria regional, superó todas las expectativas, transformándose en un escenario de resonancia internacional. La pluralidad de acentos no hizo más que enriquecer una reflexión común: la urgente necesidad de silenciar los tambores de la guerra y cultivar la concordia en el corazón humano y entre las naciones.
La evaluación de los trabajos, basada en criterios de originalidad, dominio del lenguaje poético, profundidad conceptual e impacto emocional, reveló un nivel excepcional de calidad. Los poemas recorrieron un amplio espectro: desde el dolor crudo de los conflictos armados y la denuncia social hasta la introspección más sutil que encuentra la paz en el "remanso interior", como tituló su poema el poeta Ronald Cazorla.
Entre las obras más destacadas, el jurado señaló con mucho énfasis la poderosa narrativa de "MAMUSHKAS", del poeta argentino José Luis Frasinetti, que a través de la historia de una niña llamada Daryna y el símbolo de las muñecas rusas, logró una conmovedora representación de la resistencia humana frente a la guerra. Asimismo, se destacó la profundidad metafórica de "El Jardín de un Grito Silenciado", de la poeta Naiz Francia Jiménez D'arthenay, un texto donde las figuras literarias se entrelazan para hablar de la paz que nace de las cicatrices.
La categoría de poetas femeninas mostró una fuerza arrolladora, con piezas de una sensibilidad y técnica notables. "No es blanca paloma, es la paz, la libertad", de la colombiana Miriam del Valle Velásquez, unió historia y actualidad en un verso contundente, mientras que "El Jardín de la Paz", de Dolores Maza, ofreció una visión serena y esperanzadora.
El décimo concurso trascendió la mera competencia literaria. Se erigió como un acto de afirmación cultural y humanista. Cada poema recibido es un testimonio de que, frente a la adversidad y la violencia, el arte mantiene su vigencia como espacio de diálogo, consuelo y crítica.
La Asociación de Escritores Monaguenses reafirma, con esta exitosa convocatoria, su compromiso inquebrantable con la literatura como pilar fundamental para la construcción de una sociedad más consciente y empática. Los 46 poemas son ahora un legado, un libro abierto que grita, susurra y canta por un futuro donde la paz, más que un anhelo, sea una realidad que habite en cada rincón del planeta.
















